Es de esperar que a partir del retorno de Ingrid Betancourt a la participación en la vida política de Colombia, se erradique definitivamente a la narcoguerrilla y se afiance la convivencia democrática, que concluya en la pacificación que tanto anhela ese país.
La liberación de Ingrid Betancourt y de otros catorce rehenes, es casi el golpe de gracia que el Ejército regular colombiano acaba de asestar a las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia. La muerte del jefe supremo de la narcoguerrilla, Manuel Marulanda, mejor conocido como “tiro fijo”, fue una baja natural, murió enfermo según los datos proporcionados por el grupo armado, pero la eliminación posterior de su segundo al mando, Raúl Reyes en un operativo relámpago del Ejército colombiano, prácticamente descabezó a la organización.
Fue un golpe con efecto doble, porque la desaparición de Reyes originó caos y sospechas generalizadas en el seno de la organización guerrillera, llegando esto hasta la vida política de nuestro país haciendo un efecto cascada no solo en las FARC sino también en el FMLN, se derivaron paralización, ajustes de cuentas y las consecuentes deserciones.
Es el comienzo del fin de lo que fue un poderoso grupo armado que sometió con crueldad a poblaciones enteras, fue funcional al narcotráfico y en ocasiones acorraló al propio Ejército de Colombia.
Por ello, la vuelta a la libertad de Ingrid Betancourt resulta para las FARC la forma más humillante de derrota en el campo de batalla. Así se los dijo Betancourt en conferencia de prensa ofrecida en París, “Han perdido”, “Quizás es el momento de rectificar”.
Es este, sin duda, el hecho más auspicioso para el complicado camino hacia la consolidación definitiva de la paz interior en ese país, más allá de la sospecha de soborno instalada por una radio de Suiza. Sospecha que tanto la propia liberada como las autoridades negaron rotundamente.
El actual presidente Álvaro Uribe afianza con el trascendental rescate su objetivo de reelección en el cargo. Esto es un dato irrefutable. Es un proceso largo en cuya resolución tiene mucho que ver la convicción e inteligencia con que trabajó Uribe. No está concluido, pero no es menor la desmoralizante derrota sufrida por las FARC que con seguridad tendrán su correlato en la organización.
Es de esperar que a partir del retorno de Ingrid Betancourt a la participación en la vida política de Colombia se erradique definitivamente a la narcoguerrilla, y se afiance la convivencia democrática, que concluya en la pacificación que tanto anhela ese país donde mejor se habla el idioma español y que ostenta el mayor índice de felicidad de sus habitantes en Latinoamérica.
En El Salvador se continua debatiendo sobre los correos encontrados en el computador de Reyes donde se involucra al FMLN, ojala y no la liberación de Betancourt no sea el secuestro de mas personas en Colombia ni mucho menos de nosotros en nuestro propio país.
La liberación de Ingrid Betancourt y de otros catorce rehenes, es casi el golpe de gracia que el Ejército regular colombiano acaba de asestar a las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia. La muerte del jefe supremo de la narcoguerrilla, Manuel Marulanda, mejor conocido como “tiro fijo”, fue una baja natural, murió enfermo según los datos proporcionados por el grupo armado, pero la eliminación posterior de su segundo al mando, Raúl Reyes en un operativo relámpago del Ejército colombiano, prácticamente descabezó a la organización.
Fue un golpe con efecto doble, porque la desaparición de Reyes originó caos y sospechas generalizadas en el seno de la organización guerrillera, llegando esto hasta la vida política de nuestro país haciendo un efecto cascada no solo en las FARC sino también en el FMLN, se derivaron paralización, ajustes de cuentas y las consecuentes deserciones.
Es el comienzo del fin de lo que fue un poderoso grupo armado que sometió con crueldad a poblaciones enteras, fue funcional al narcotráfico y en ocasiones acorraló al propio Ejército de Colombia.
Por ello, la vuelta a la libertad de Ingrid Betancourt resulta para las FARC la forma más humillante de derrota en el campo de batalla. Así se los dijo Betancourt en conferencia de prensa ofrecida en París, “Han perdido”, “Quizás es el momento de rectificar”.
Es este, sin duda, el hecho más auspicioso para el complicado camino hacia la consolidación definitiva de la paz interior en ese país, más allá de la sospecha de soborno instalada por una radio de Suiza. Sospecha que tanto la propia liberada como las autoridades negaron rotundamente.
El actual presidente Álvaro Uribe afianza con el trascendental rescate su objetivo de reelección en el cargo. Esto es un dato irrefutable. Es un proceso largo en cuya resolución tiene mucho que ver la convicción e inteligencia con que trabajó Uribe. No está concluido, pero no es menor la desmoralizante derrota sufrida por las FARC que con seguridad tendrán su correlato en la organización.
Es de esperar que a partir del retorno de Ingrid Betancourt a la participación en la vida política de Colombia se erradique definitivamente a la narcoguerrilla, y se afiance la convivencia democrática, que concluya en la pacificación que tanto anhela ese país donde mejor se habla el idioma español y que ostenta el mayor índice de felicidad de sus habitantes en Latinoamérica.
En El Salvador se continua debatiendo sobre los correos encontrados en el computador de Reyes donde se involucra al FMLN, ojala y no la liberación de Betancourt no sea el secuestro de mas personas en Colombia ni mucho menos de nosotros en nuestro propio país.
Mauricio Alcontre
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